Después de más de un mes de reclusión toca hacer algunas reflexiones sobre la enseñanza. Os adelanto la conclusión (por si no os apetece leer más) a la que seguro que todos hemos llegado: no estábamos preparados para afrontar situaciones como esta (¡ojo!, no solo en la enseñanza).
El impacto del confinamiento nos dejó a todos KO en un principio. Pero después de varias semanas seguimos comprobando que, salvo excepciones, no hemos sido capaces de adecuar, de adaptar, de incorporar un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje.
La administración ha comprobado la insuficiencia de sus herramientas (¡ay! el ipasen), a los centros les ha pillado sin los recursos adecuados o con ciertas deficiencias (usabilidad y funcionalidad de algunas webs) , a los profesores sin los conocimientos necesarios para hacer frente (¡a saco!) a un nuevo modelo de enseñanza, a los alumnos sin hábitos ni metodología, a los padres… dejémoslo ahí.
Estamos comprobando como cada pieza de este engranaje está intentando adaptarse en la medida de sus posibilidades, pero, a pesar del interés y del esfuerzo, la pelea la está librando cada uno por su cuenta. Posiblemente, la tarea más inmediata sea la integración de los esfuerzos y de los recursos, de la gestión de las distintas áreas de la enseñanza.
Y no es una conclusión arbitraria, es el resultado de la experiencia adquirida en estas semanas. ¿A qué me refiero?
Os lo explico.
Recién comenzado el “encierro” me propuse implementar alguna fórmula que me permitiera sistematizar el apoyo que en algunas ocasiones puedo ofrecer a mis hijos en casa (cada vez menos, claro 😢). Incluso llegué a pensar en extender esta fórmula más allá de mi propio entorno. En esos momentos parecía que tenía que hacer algo, aportar mi granito de arena. Era una idea muy atrevida, ¿qué podía aportar yo que no tuviera ya previsto y en marcha la administración y la propia comunidad educativa?
Sin embargo, me picó el gusanillo y sin más pretensiones que las puramente experimentales desde el punto de vista tecnológico, comencé a diseñar un proyecto.
Tras analizar diversos factores llegué a la conclusión que una de las áreas de mayor interés era la referida a la interacción, la comunicación, tanto formal como personal de la propia comunidad. Con esto me refiero a que en ese momento pensé que podría ser interesante reproducir online un espacio de intercambio, reproducir virtualmente los pasillos y los espacios comunes del centro.
Pero faltaba algo. Integrar las clases. Porque los centros son lugares de convivencia, de aprendizaje, de intercambio, son espacios colaborativos.
La cosa se iba complicando. ¿Cómo integrarlo todo?.
* Para lo primero, la parte de relaciones personales y de ocio ya tenían las redes sociales, así que poco recorrido había por este lado.
* Para lo segundo ya existen herramientas para generar tareas y gestionar las actividades de clase. Classroom es el ejemplo más evidente. El apoyo de Google y su apuesta en el terreno educativo, ofreciendo y ampliando herramientas útiles con una curva de aprendizaje rápida y fácil es una alternativa excelente.
* Existía un tercer factor que ya hemos comentado. Se trataba de la falta de integración de los elementos. La incorporación de un espacio único de gestión, centralizado, desde donde se administre y se organice la información.
El resultado fue crear un borrador de proyecto de plataforma, un “espacio virtual” a semejanza de una red social pero con unas características adaptadas a una comunidad de usuarios muy concreta. Algo que ya tenemos con Google, pero a diferencia de la herramienta de Google este site está montado con WordPress lo que nos permite un control total sobre él y la ventaja de disponer de innumerables funcionalidades con las que ampliar, diversificar y ajustar la web a a cualquier situación y/o necesidad.
Un espacio “privado” (inspirado en Facebook y por lo tanto comprensible para la mayoría) que todos, todos, podemos entender y utilizar. Una plataforma para uso exclusivo de un colectivo concreto que permite compartir “estados” entre sus miembros (a manera de Facebook) y que contiene espacios restringidos (grupos) para cada área de conocimiento, o clase, o grupo de personas.

Tomaba forma esa idea de integrar las áreas de ocio (pasillos y patios) con las áreas de formación (aulas) y de apoyo (tutorías, comunicaciones, biblioteca, etc).
Las posibilidades son enormes, gestión de calendarios, de eventos, avisos y notificaciones , correos, etc. Páginas de recursos para asignaturas, integración de plataformas de aprendizaje online, de gaming con usos formativos (kahoot!, por ejemplo), integración de videoconferencias… En fin, comunicación sincrónica y asincrónica a partes iguales. Todo lo necesario para convertir este pequeño reducto local en un cuasi “campus online”.

Después de esta experiencia y con un poco más de perspectiva, pasadas tres semanas, os dejo algunas conclusiones finales:
1. Esta situación ha sacado a la luz muchas lagunas que van a permitir reconducir los procesos de enseñanza- aprendizaje a todos los niveles.
2. Es importante valorar las oportunidades de mejora que nos ofrece esta situación.
3. La formación digital es ya una necesidad, en quién imparte y en quién recibe (es una falacia lo de nativos digitales). Los chicos usan las herramientas, conocen el cómo, pero hay que mostrarles el camino para que descubran el qué, el para qué, el cuándo, el dónde… ¿Y los docentes?
4. Hay que adaptarse a una nueva realidad digital y comenzar a incorporar esta realidad en los procesos de enseñanza-aprendizaje. La clave es el cómo. Todo pasa por encontrar el equilibrio entre metodología, recursos, interacción y mucha creatividad. De la «inercia» de la enseñanza actual se ha pasado a una necesaria proactividad para gestionar este proceso de manera eficiente. Los alumnos son más «vulnerables» y la «autoridad» y «capacitación» de los docentes está más expuesta.
5. Cambios en las relaciones entre las partes involucradas en el proceso de formación. En determinadas etapas de este proceso los padres deben asumir un papel más activo. Es decir, los porcentajes de responsabilidad en el proceso formativo se reparten de manera diferente (lo que implica nuevos escenarios en las relaciones padres-gestión educativa).
6. La evaluación. Otro de los grandes desafíos. ¿Cómo testar el conocimiento, la adquisición de competencias? La virtualización de la enseñanza va requerir la asunción de nuevos sistemas, parámetros y métricas para testar a los alumnos.
7. Los recursos de la administración son enormes pero a veces las peculiaridades de cada centro requiere un enfoque y un diseño específico adaptado a unas necesidades concretas
Insisto. El experimento ha sido la mejor manera de comprobar las enormes posibilidades que la tecnología nos ofrece que, sin sustituir ni eliminar nada, complementa y aporta soluciones que a partir de ahora deberíamos considerar seriamente en todo los ámbitos.
Por cierto, lo que cuento aquí lo podéis comprobar en https://gademia.com/
Y, curiosamente, de aquí ha nacido un nuevo proyecto (EnDigital.es) que tiene como objetivo ofrecer formación, información, recursos y asesoramiento a quienes se ven inmersos en este proceso de adaptación digital.